domingo, 11 de marzo de 2007

MEMORIAS DE ADRIANO

Uno de los libros que más momentos felices me ha dado, y no sólo a mí sino a otros lectores ávidos de una literatura más sustanciosa sin que por ello pierda su agilidad y su capacidad de entretener, es “Memorias De Adriano” de Marguerite Yourcenar. El Comercio que es uno de los pocos diarios que no ha abandonado completamente el rol educativo que toda institución periodística que se respete debe tener nos entregó hace unos años esta novela en una edición bastante buena y a un precio más que razonable. Sin contar otros títulos muy recomendables como “1984” de George Orwell u “Opiniones De Un Payaso” de Heinrich Boll. Esta edición cuenta con la traducción de Julio Cortazar, el autor de “Rayuela” y de “Historias De Cronopios Y De Famas”.

Nos permitimos seleccionar un párrafo de dicha novela. En realidad serían muchos los pasajes que nos gustaría recordar con ustedes pero “como lo más difícil es la sensatez”. Nos quedamos nada más con este breve fragmento de aquella memorable recopilación del pensamiento de ese viejo y sabio emperador romano Adriano.




Marguerite Yourcenar.
Pág. 96
“Advierto una objeción a todo esfuerzo por mejorar la condición humana: la de que quizá los hombres son indignos de él.
Pero la desecho sin esfuerzo: mientras el sueño de Calígula siga siendo irrealizable y el género humano no se reduzca a una sola cabeza ofrecida al cuchillo, tendremos que tolerarlo, contenerlo, utilizarlo para nuestros fines; nuestro interés bien entendido será el servirlo. Mi manera de obrar se basaba en una serie de observaciones sobre mi mismo, hechas desde mucho tiempo atrás; toda explicación lúcida me ha convencido siempre, toda cortesía me conquista, toda felicidad me da casi siempre la cordura. Y solo escuchaba a medias a los bien intencionados que afirman que la felicidad relaja, que la libertad reblandece, que la humanidad corrompe a aquellos en quienes se ejerce. Puede ser; pero en el estado actual del mundo, eso equivale a no querer dar de comer a un hombre exánime por miedo de que dentro de unos años sufra de plétora. Cuando hayamos aliviado lo mejor posible las servidumbres inútiles y evitado las desgracias innecesarias, siempre tendremos para mantener tensas las virtudes heroicas del hombre, la larga serie de males verdaderos, la muerte, la vejez, la enfermedades incurables, el amor no correspondido, la amistad rechazada o vendida, la mediocridad de una vida menos vasta que nuestros proyectos y más opaca que nuestros ensueños – todas las desdichas causadas por la naturaleza divina de las cosas.”




Traducido por Julio Cortázar.

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