sábado, 7 de abril de 2007

Un comentario sobre la actitud vital de Vallejo

El amigo Hermógenes Janampa me invitó a perpetrar este micro-ensayo. La ocasión es el aniversario del Poeta César Vallejo. En realidad yo he recogido el tema para plantear algo que hace tiempo urge tratar. El rol del arte, del artista y la creación poética. Aunque en ese sentido carezco aun de toda la información necesaria. Puedo ir adelantando algo. El rol del artista hoy en día se encuentra bastante desarticulado de todo el proceso productivo de la sociedad humana. El artista es marginal a lo que vendría a ser uno de los papeles principales de la subsistencia. Entonces cabe preguntarse: ¿qué es lo que el artista crea, para qué o para quién sirve su creación? El movimiento Pop demostró, si es que algo había que demostrar, que la estética es "absolutamente relativa" (no, no es un juego de palabras). Los artistas, como lo plantearon Mariátegui y Vallejo, no son sino los justificadores del orden opresor. Andy Warhol simplemente lo hizo público, "soy una puta" gimió. Y bueno era cierto, que duda cabía. Pero después del Pop aparecieron otros, menos superficiales y menos cínicos que Andy. Los Tropicalistas brasileños, por ejemplo. Una corriente que rechazaba el snobismo y que reivindicaba la sencillez, la simplicidad y la alegria vital del gran público.

Hay sin duda una conexión entre estas vertientes. Vallejo propone la vitalidad, el sentir, la emoción y la pasión como las principales motivaciones de la creación artística. Los artistas "populares" de los últimos tiempos han reivindicado justamente estos factores.

Sin embargo han sido los medios masivos de comunicación, la vanguardia ideológica del orden establecido. Quienes han empleado mejor y más efectivamente, justamente esos elementos de la psicología humana. Con el simple propósito de vender. Vender qué, productos, mercancías. Lo que sea, desde pastas de dientes hasta personas. O la imagen de ciertas personas.

Revisar nuevamente los planteamientos sobre el rol del artista que nos propone Vallejo nos permite recapitular sobre lo esencial de esas posturas. No se trata simplemente de "hablar el lenguaje del pueblo", dicho lenguaje puede banalizarse y convertirse en cliches para manipular a ciertos sectores de la población. Pero tampoco se puede hablar en un lenguaje demasiado distinto al que habla la gente común y corriente. No, no se puede y no se debe, porque tal cosa revela exclusividad. La exclusión existe, desde luego, ¿pero acaso estamos (los artistas) para perpetuarla? No, de ninguna manera. Hablar el lenguaje del pueblo, pero para decir lo que se calla reiteradamente. Hablar con verdad. En otras palabras, divulgar. ese es el rol del artista en su función comunicadora.

Vallejo en el fondo está dando muchas posibilidades a los nuevos creadores cuando habla de "no traicionar la vida". El rol educador del poeta es esencial. Pero no se trata del enseñar tradicional que todavía se practica en el Perú, la educación bancaria de que hablaba Freire. Se trata más bien de un enseñar aprendiendo. Porque en resumidas cuentas todo hombre libre es un artista, un poeta y un maestro. De eso se trata finalmente, de educarnos mutuamente: "El poeta a enseñarse convida":

Vallejo, El Creador

Antes que nada quiero decir que no soy un especialista en la obra o la biografía del Poeta César Vallejo, ni nada que se le parezca (por si quieren saberlo soy un vendedor de celulares y como todo hombre con sensibilidad soy un poeta, es decir un creador). Quiero partir justamente de eso para plantear que la poesía vallejiana como toda la poesía que tiene algún valor en la cultura humana no es simplemente literatura. Que los literatos o teóricos de la literatura hayan estudiado la obra y la vida de Vallejo nos da muy pocas pistas sobre el verdadero significado, la verdadera trascendencia de lo creado por Vallejo.

Un texto clave para comprender esto es “Contra el Secreto Profesional” un artículo aparecido en el año 1927 en la revista “Variedades”. Allí Vallejo denuncia y acusa a su generación de “impotente para crear o realizar un espíritu propio, hecho de verdad, de vida, en fin, de sana y auténtica inspiración humana”. Hace un análisis de las técnicas y el espíritu de los poetas americanos de aquel entonces, como Jorge Luis Borges, Neruda o Gabriela Mistral. Los encuentra retóricos y superficiales, pero sobre todo plagiarios, imitadores de los artistas de Occidente, incapaces de asumir “…otra actitud…” de adquirir “un timbre humano, un latido vital y sincero, al cual debe propender el artista, a través de no importa que disciplinas, teorías o procesos creadores”.

Ese es justamente el punto, no importan las disciplinas. Me atrevo a ir más allá, no importa ni siquiera si se es “artista” o no. Sobre todo cuando entendemos por artista a un tipo que se dedica sólo a pintar o a hacer poemas o alguna de esas cosas que le pueden dar fama en algún momento aunque fuera después de muerto… Porque aunque ustedes no lo crean muchos piensan en eso.

Contra el Secreto Profesional es justamente eso, lo contrario de un “arte poética”. Lo que nos dice Vallejo es que el arte tiene que ser el resultado de una práctica vital, de una apuesta por la vida, el hombre, la realidad. Vallejo sienta posición y lo hace con mucha claridad, “los artistas que traicionan la vida” acusa en otro texto.

Si pues, precisamente, los poetas que basan su obra en intrincados ejercicios lingüísticos, los que juegan a la “alquimia verbal”, son simplemente artistas superficiales, no han entendido el fondo la sustancia del quehacer creador. Vallejo es lo que es precisamente porque desconfía mucho del "ingenio creador", es así que corrige una y otra vez sus textos. El es un hombre que siente, piensa y habla con pasión, con entrega total.

Por eso los pseudo artistas, los críticos, los snobs no lo toman mucho en cuenta. Al estilo de los románticos quisieran que el artista sea un "genio" inspirado por algun dios oculto y misterioso (ya me referiré luego a la vena esotérica que rezuman muchos críticos y "conocedores" de arte). El pueblo en cambio, aunque lo desconoce profundamente, intuye en él a uno de los suyos, a un trabajador, a un vendedor ambulante, a un cachinero. Ese poeta que dijera alguna vez: “Todo arte o voz genial, viene del pueblo y va hacia él”. Ese es Vallejo. Vallejo no es un genio, eso es una gran falacia, Vallejo es un HOMBRE, simplemente eso, un verdadero hombre universal.

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